42-47 Estamos aquí asistiendo al entierro de nuestro Señor Jesús. ¡Oh, que por gracia seamos plantados a su semejanza! José de Arimatea era uno de los que esperaban el reino de Dios. Aquellos que esperan una participación en sus privilegios, deben adherirse a la causa de Cristo, cuando ésta parece ser aplastada. A este hombre Dios lo levantó para su servicio. Hubo una providencia especial para que Pilato fuera tan estricto en su investigación, a fin de que no se pudiera fingir que Jesús estaba vivo. Pilato dio permiso a José para descolgar el cuerpo y hacer lo que quisiera con él. Algunas de las mujeres vieron el lugar en que fue puesto Jesús, para venir después del sábado a ungir el cadáver, porque no habían tenido tiempo de hacerlo antes. Se prestó especial atención al sepulcro de Cristo, porque iba a resucitar. Y no abandonará a los que confían en él y le invocan. La muerte, privada de su aguijón, terminará pronto las penas del creyente, como terminó las del Salvador.

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