35-43 Podemos suponer que Jairo dudaba si debía pedirle a Cristo que siguiera adelante o no, cuando le dijeron que su hija había muerto. Pero, ¿no tenemos tanta ocasión para la gracia de Dios y el consuelo de su Espíritu, para las oraciones de nuestros ministros y amigos cristianos, cuando la muerte está en la casa, como cuando la enfermedad está allí? La fe es el único remedio contra el dolor y el miedo en esos momentos. Cree en la resurrección y no temas. Él resucitó al niño muerto con una palabra de poder. Tal es el llamado del evangelio a los que están por naturaleza muertos en delitos y pecados. Es por la palabra de Cristo que la vida espiritual es dada. Todos los que lo vieron y oyeron, admiraron el milagro y al que lo realizó. Aunque ahora no podemos esperar que nuestros hijos o parientes muertos sean restaurados, podemos esperar encontrar consuelo en nuestras pruebas.

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