1-6 Cristo habló muchas palabras de sus sufrimientos, pero solo una de su gloria; sin embargo, los discípulos se fijan en eso y pasan por alto a los demás. A muchos les encanta escuchar y hablar de privilegios y gloria, que están dispuestos a pasar por alto los pensamientos de trabajo y problemas. Nuestro Señor puso a un niño pequeño delante de ellos, asegurándoles solemnemente que, a menos que se convirtieran y se hicieran como niños pequeños, no podrían entrar en su reino. Los niños, cuando son muy pequeños, no desean autoridad, no tienen en cuenta las distinciones externas, son libres de malicia, se les puede enseñar y dependen voluntariamente de sus padres. Es cierto que pronto comienzan a mostrar otras disposiciones, y otras ideas se les enseñan a una edad temprana; pero estas son marcas de la infancia y las convierten en emblemas propios de las mentes humildes de los verdaderos cristianos. Seguramente necesitamos ser renovados diariamente en el espíritu de nuestras mentes, para que podamos ser simples y humildes, como niños pequeños, y dispuestos a ser lo menos vistos. Estudiemos diariamente este tema y examinemos nuestros propios espíritus.

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