1-5 Los hombres se aprovechan de sus semejantes: al despreciar a los pobres, reprochan a su Hacedor. Tal conducta es una desgracia para cualquiera, pero ¿quién puede aborrecerla suficientemente cuando es adoptada por cristianos profesos? Con compasión por los oprimidos, debemos lamentar las dificultades que muchos en el mundo lamentan; poner nuestras almas en el lugar de sus almas y recordar en nuestras oraciones y socorrer a los que están agobiados. Pero que aquellos que no muestran misericordia, esperen juicio sin piedad.

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