36-39 Aquí está la muerte repentina de los diez espías malvados. Pecaron al traer una calumnia sobre la tierra prometida. Los que provocan mucho a Dios, que tergiversan la religión, levantan disgusto en las mentes de los hombres hacia ella, o dan la oportunidad a aquellos de hacerlo, que buscan la ocasión. Justamente los murmuradores son dolientes. Si habían llorado por el pecado, cuando fueron reprendidos fielmente, la sentencia se habría evitado; pero como lloraron solo por el juicio, no les sirvió de nada. Hay en el infierno un luto como este; pero las lágrimas no apagarán las llamas ni refrescarán la lengua.

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