16-31 Por los sacrificios ordenados en este capítulo, se nos recuerda el poder continuo del sacrificio de Cristo, y nuestra continua necesidad de depender de ello. Ningún empleo apresurado, o situaciones peligrosas, o circunstancias prósperas, deberían causar flojedad en nuestros ejercicios religiosos; sino que más bien debería impulsarnos a una mayor diligencia en buscar ayuda o dar gracias al Señor. Y todo debe ir acompañado de arrepentimiento, la fe es el Señor Jesús, y amarlo, y producir verdadera santidad en nuestra conducta hacia todos los hombres; de lo contrario, Dios aborrecerá nuestros servicios más solemnes y abundantes devociones. Y Cristo puede suplir las necesidades de cada día, cada semana, cada mes, cada año, cada ordenanza, cada caso.

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