11-14 Es un gran pecado corromper la adoración a Dios, y será acusado como pecado de todos los que lo hagan, cuán plausibles sean sus excusas. El Señor había hecho que su ley fuera escrita para ellos, pero no les importaba saberlo y no lo obedecían. El hombre parece por los templos que construye para tener en cuenta a su Hacedor, pero en realidad lo ha olvidado, porque ha desechado todo su miedo; pero ninguno endureció su corazón contra Dios y prosperó. Mientras los hombres desprecian las verdades y los preceptos de la palabra de Dios, y las ordenanzas de su adoración, todas las observancias y ofrendas, por costosas que sean, de su propia elaboración, serán para ellos por el pecado; porque esos servicios solo son aceptables para Dios, que se realizan según su palabra, y por medio de Jesucristo.

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