9-15 Los favores frescos requieren nuevos retornos de agradecimiento; debemos alabar a Dios por las misericordias que esperamos por su promesa, así como por las que hemos recibido por su providencia. Ser salvo de la espada hiriente, o del malgasto de enfermedades, sin liberación del dominio del pecado y la ira venidera, es una pequeña ventaja. Se afirma la prosperidad pública que David deseaba para su pueblo. Agrega mucho a la comodidad y la felicidad de los padres en este mundo, ver que a sus hijos les irá bien. Verlos como plantas, no como malezas, no como espinas; verlos como plantas que crecen, no marchitas y arruinadas; para verlos propensos a dar fruto a Dios en sus días; verlos en su juventud fortaleciéndose en el Espíritu. Hay mucho que desear, para que podamos estar agradecidos con Dios, generosos con nuestros amigos y caritativos con los pobres; de lo contrario, ¿de qué sirve tener nuestros garners llenos? Además, paz ininterrumpida. La guerra trae muchas travesuras, ya sea para atacar a otros o para defendernos. Y en proporción a que no nos adherimos a la adoración y al servicio de Dios, dejamos de ser personas felices. Los súbditos del Salvador, el Hijo de David, comparten las bendiciones de su autoridad y victorias, y están felices porque tienen al Señor por su Dios.

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