Dios mío, a quien he elegido y servido, que siempre ha estado conmigo y me ha prosperado, te recomiendo a él; él estará contigo para fortalecerte, dirigirte y prosperarte. El Dios que poseyó a nuestros padres y los llevó a través de los servicios de su época, de la misma manera, si le somos fieles, nos acompañará en nuestros días y nunca nos fallará. Dios nunca deja a nadie, a menos que primero lo dejen a él.

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