Los niños - Somos como una pobre mujer con dolores de parto en una gran situación, sin fuerzas para ayudarse a sí misma y dar a luz a su hijo al mundo. Hemos intentado librarnos del yugo asirio; y habíamos llevado ese trabajo hasta cierta madurez y, como pensamos, lo habíamos traído al nacimiento; pero ahora no tenemos fuerzas para terminar. Hemos comenzado una reforma feliz, y este insolente asirio nos impide llevarla a la perfección.

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