Un extraño no debe ser maltratado, no debe ser agraviado en el juicio por los magistrados, no debe ser impuesto en los contratos, ni debe tomarse ventaja alguna de su ignorancia o necesidad, no, ni debe ser burlado, o reprochado por ser un extraño; porque todos estos eran aflicciones. Porque ustedes eran extranjeros en Egipto, y sabían lo que era ser afligido y oprimido allí. Aquellos que han estado en la pobreza y la angustia, si la Providencia los enriquece y engrandece, deben mostrar una ternura particular hacia los que ahora se encuentran en las circunstancias en que se encontraban antes, ahora haciéndoles lo que querían que les hicieran.

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