La brujería no solo le da al diablo ese honor que se debe solo a Dios, sino que desafía la divina providencia, hace la guerra al gobierno de Dios, pone su trabajo en las manos del diablo esperando que él haga el bien y el mal. Según nuestra ley, consultar, pactar con, invocar o emplear cualquier espíritu maligno para cualquier intento, y ejercer cualquier encantamiento, encanto o hechicería, mediante el cual se lastime a cualquier persona, se considera un delito grave, sin el beneficio del clero; además, pretender decir dónde se pueden encontrar los bienes perdidos o robados, es una iniquidad punible por el juez, y la segunda infracción con la muerte. Este fue el caso en tiempos pasados. Pero somos más sabios que nuestros antepasados. ¡Creemos que ninguna bruja vivió jamás! Al menos, no durante estos mil años.

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