Aarón debía quemar incienso dulce sobre este altar todas las mañanas y todas las noches, con la intención no solo de quitar el mal olor de la carne que se quemaba a diario en el altar de bronce, sino para el honor de Dios, y para mostrar el, aceptación de los servicios que le prestaba su pueblo. Así como con las ofrendas sobre el altar de bronce se hizo la satisfacción de lo que habían hecho que desagradaba a Dios, así con la ofrenda en esto, lo que hicieron bien fue, por así decirlo, recomendado a la aceptación divina.

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