Y vino Israel a Beerseba y ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. Él eligió ese lugar en memoria de la comunión que su padre y su abuelo tenían con Dios en ese lugar. En su devoción, tenía los ojos puestos en Dios como el Dios de su padre Isaac, es decir, un Dios en pacto con él, porque Isaac le impuso el pacto. Ofreció sacrificios, sacrificios extraordinarios, además de aquellos en sus tiempos establecidos.

Estos sacrificios fueron ofrecidos, a modo de acción de gracias por el bendito cambio tardío del rostro de su familia, por las buenas noticias que había recibido acerca de José y las esperanzas que tenía de verlo. A modo de petición de la presencia de Dios con él en su viaje previsto. A modo de consulta. Jacob no continuaría hasta que le pidiera permiso a Dios.

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