Los derribó, para que ni las bestias salvajes pudieran venir a devorarlos, ni ninguno de los suyos para darles un entierro honorable. Así, lo que pensaban que habría sido su refugio, se convirtió primero en su prisión y luego en su tumba. Así que seguramente estaremos desilusionados, en cualquier cosa a la que huyamos de Dios.

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