No bebas vino; no es improbable que el pecado de Nadab y Abiú se deba a esto mismo. Pero si no, sin embargo, la embriaguez es un pecado tan odioso en sí mismo, especialmente en un ministro, y sobre todo en el tiempo de su administración de las cosas sagradas, que Dios consideró oportuno prevenir todas las ocasiones de ello. Y por eso el diablo, que es el mono de Dios, requirió esta abstinencia de sus sacerdotes en su servicio idólatra.

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