Les ordenó que nadie lo supiera, para evitar toda apariencia de vana gloria, evitar una concurrencia demasiado grande de gente y no enfurecer más a los escribas y fariseos contra él; el tiempo de su muerte, y de la plena manifestación de su gloria, aún no ha llegado. Él ordenó que se le diera algo de comer, para que cuando se restaure la vida natural o espiritual, incluso mediante un milagro inmediato, se utilicen todos los medios adecuados para preservarla.

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