En parábolas: la palabra se toma aquí en su sentido correcto, para aptos símiles o comparaciones. Esta forma de hablar, extremadamente común en los países orientales, atrajo y fijó la atención de muchos, y ocasionó que las verdades entregadas se hundieran más profundamente en oyentes humildes y serios. Al mismo tiempo, mediante una espantosa mezcla de justicia y misericordia, los escondió de los orgullosos y descuidados. En este capítulo, nuestro Señor presenta siete parábolas; dirigir los cuatro primeros (por ser de interés general) a todo el pueblo; los tres últimos a sus discípulos.

He aquí el sembrador. ¡Cuán exquisitamente apropiada es esta parábola para ser una introducción a todo lo demás! En esto nuestro Señor responde una pregunta muy obvia y muy importante. El mismo sembrador, Cristo, y los mismos predicadores enviados por él, siembran siempre la misma semilla: ¿por qué no tiene siempre el mismo efecto? El que tiene oídos para oír, oiga.

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