Sabía que eres un hombre duro. No. No lo conoces. Nunca conoció a Dios, quien lo considera un maestro duro. Segar donde no sembraste, es decir, exigirnos más de lo que nos has dado el poder de realizar. Así, todo pecador obstinado, de una u otra clase, echa la culpa de sus propios pecados a Dios.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad