Una razón para regocijarse

Mateo veintiocho

Al final del sábado o después de que terminó el sábado, María Magdalena y la otra María fueron a ver la tumba donde estaba enterrado Jesús. Cuando se acercaron a la tumba hubo un gran terremoto "porque el ángel del Señor descendió del cielo y vino y removió la piedra de la puerta, y se sentó sobre ella". "El rostro del ángel era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve”. Dijo que Jesús no estaba allí; que había resucitado de entre los muertos. Las mujeres fueron invitadas a: "Vengan, vean el lugar donde yacía el Señor".

El ángel les dijo a las mujeres: "Id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos; y he aquí, va delante de vosotros a Galilea". Mientras iban y les decían a los discípulos que Jesús había resucitado, se encontró con los discípulos y les dijo que no tuvieran miedo y que era Él. De hecho, había resucitado de entre los muertos. Al final de Mateo 28 tenemos un registro de Jesús diciéndoles a los discípulos que fueran por todo el mundo y enseñaran a todos acerca de Él. ¡Su evangelio es para todos!

Mateo 27 cerró con una escena de tristeza y dolor, Jesús muerto y sepultado. En Mateo veintiocho vemos que la humanidad encontró motivos para regocijarse, Cristo resucitó. La muerte, sepultura y resurrección de Cristo son el corazón del evangelio. “Además, hermanos, os declaro el evangelio que os prediqué, el cual también recibisteis y en el cual estáis firmes, por el cual también sois salvos, si retenéis la palabra que os he predicado, a menos que creáis en vano.

Porque ante todo os he enseñado lo que también recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día según las Escrituras.” ( 1 Corintios 15:1-4 )

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