Volvamos al Señor

-- Oseas Seis --

Israel había pecado gravemente. Se habían vuelto idólatras. El pecado los había alejado del único Dios verdadero y amoroso. Dios había prometido que Israel tendría que enfrentar las consecuencias de sus pecados. “Volveré de nuevo a mi lugar hasta que reconozcan su ofensa. Entonces buscarán Mi rostro; En su aflicción me buscarán solícitamente”. ( Oseas 5:15 ) La idea de quedarnos en nuestros pecados, sin Dios, debería ponernos de rodillas. Tristemente, Judá no estaba muy lejos de Israel.

Oseas describió la bondad de Dios al recibir y revivir a su pueblo penitente. Dios siempre prometió recibir a los que se arrepientan. “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces oiré desde los cielos, y perdonaré su pecado, y sanaré su tierra.” ( 2 Crónicas 7:14 ) Dios estaba preparado para recibir de nuevo a Su pueblo, si tan solo volvieran su corazón a Él.

La bondad o fidelidad tanto de Israel como de Judá era como una nube de madrugada. No duró y se fue rápidamente. A través de Su profeta, Dios pronunció el juicio venidero sobre esas naciones. Su juicio fue tan seguro y certero como la llegada de la luz de la mañana.

Tristemente, Israel se sintió muy justo. Sin embargo, su religión era sólo un espectáculo exterior. Esto llevó a Dios a decir: “Porque misericordia quiero y no sacrificio, y el conocimiento de Dios más que holocaustos”. ( Oseas 6:6 ) Mientras practicaba una religión externa, Israel fue desobediente contra Dios y traidor en el trato con los demás.

Galaad fue específicamente llamado por Dios como una ciudad que había hecho maldad. Hicieron iniquidad y fueron contaminados con sangre. ¡El asesinato fue su pecado! Dios preguntó: “Aunque Galaad tenga ídolos, ciertamente vanidad, aunque sacrifiquen toros en Gilgal, ciertamente sus altares serán montones en los surcos del campo”. ( Oseas 12:11 ) Consideró la pecaminosidad de Israel y Judá como una "cosa horrible".

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