Ver 1. Entonces dijo a los discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos: mas ¡ay de aquel por quien vienen! 2. Más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeños.

TEOFILO. Como los fariseos eran codiciosos y vituperaban a Cristo cuando predicaba la pobreza, les puso la parábola del rico y Lázaro. Después, al hablar con sus discípulos acerca de los fariseos, los declara hombres que causaron división y pusieron obstáculos en el camino divino. Como sigue: Entonces dijo a sus discípulos: Es imposible que no vengan tropiezos, es decir, obstáculos para una vida buena y agradable a Dios.

Cirilo; Ahora bien, hay dos géneros de ofensas, de las cuales una resiste la gloria de Dios, pero la otra sólo sirve para causar tropiezo a los hermanos. Porque las invenciones de las herejías, y toda palabra que se habla contra la verdad, son obstrucciones para la gloria de Dios. Tales ofensas, sin embargo, no parecen mencionarse aquí, sino más bien las que ocurren entre amigos y hermanos, como contiendas, calumnias y cosas por el estilo. Por eso añade después: Si tu hermano peca contra ti, repréndelo.

TEOFILO. O dice que deben surgir muchos obstáculos a la predicación ya la verdad, como los fariseos impedían la predicación de Cristo. Pero algunos preguntan: Si es necesario que vengan ofensas, ¿por qué nuestro Señor reprende al autor de las ofensas? porque sigue: Pero ¡ay de él cuando vinieran! Porque todo lo que engendra la necesidad es perdonable o merece perdón. Pero obsérvese que la necesidad misma deriva su nacimiento del libre albedrío.

Porque nuestro Señor, viendo cómo los hombres se aferran al mal y no proponen nada bueno, habló con respecto a la consecuencia de las cosas que se ven, que es necesario que vengan tropiezos; como si un médico, al ver a un hombre que sigue una dieta nociva, dijera: Es imposible que tal persona no esté enferma. Y por tanto, al que causa ofensas, le denuncia aflicción y amenaza con castigo, diciendo: Más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino de molino y lo arrojaran al mar, etc.

BEDA; Esto se dice según la costumbre de la provincia de Palestina; porque entre los antiguos judíos el castigo de los que eran culpables de los crímenes mayores era que debían ser hundidos en el abismo con una piedra atada a ellos; y en verdad más le valdría a un culpable terminar su vida corporal con un castigo por bárbaro que sea, pero temporal, que a su hermano inocente merecer la muerte eterna de su alma.

Ahora bien, el que puede ofenderse con razón se llama pequeño; porque el que es grande, de lo que sea testigo; y cuán grandes sean sus sufrimientos, no se desvía de la fe. En la medida en que podamos estar libres de pecado, debemos evitar ofender a nuestro prójimo. Pero si se ofende la verdad, es mejor dejar que la ofensa sea, que abandonar la verdad.

CHRYS. Pero por el castigo del hombre que ofende, aprende la recompensa del que salva. Porque si la salvación de un alma no hubiera sido de tan gran cuidado para Cristo, no amenazaría con tal castigo al ofensor.

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