La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido: e igualmente tampoco el marido tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer . Aquí se nos recuerda el valioso principio de que en todo lo relacionado con los deberes de la vida conyugal cada uno debe consulten la comodidad, el bienestar y la felicidad de los demás antes que los suyos propios, y deben tener especial cuidado de que no, por ningún egoísmo de su parte, hagan que su hermano ofenda".

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