Actitud del pueblo hacia el profeta

La confirmación que la caída de la ciudad dio a las pasadas predicciones del profeta despertó el interés de sus compañeros de exilio por él y sus palabras. Se reunían en nudos bajo la sombra de los muros y en las puertas de las casas discutiendo sus dichos. Los acontecimientos recientes le habían dado un lugar más destacado en sus pensamientos. Había algo también en las nuevas verdades que estaba pronunciando, en su visión del futuro y en sus apelaciones a la mente individual, haciendo que cada uno volviera su mirada hacia sí mismo, que los conmovió y despertó una cierta realidad de preocupación.

Aún así, fue la curiosidad principal más que la seriedad genuina lo que los llevó a escucharlo. Había cierto encanto, más quizás en el tipo de futuro presentado por el profeta que en su manera de presentarlo, que era como una dulce música; pero aunque escuchaban, la deriva de sus mentes estaba demasiado fijada en otra dirección para ser cambiada.

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