Los filisteos, ese tipo del poder del enemigo, se presentan nuevamente con su campeón a la cabeza, contra quien nadie se atreve a pelear. David había regresado a casa y vivía con la sencillez de su vida habitual. Aunque lo que precede da una idea general de la posición en la que había sido colocado, parece que David no permaneció mucho tiempo con el rey ( 1 Samuel 17:15 ).

Su padre lo envía a ver a sus hermanos, que están en el ejército de Saúl. Allí ve al filisteo que desafió a los ejércitos de Israel. Jonathan no aparece aquí. Solo hay uno que puede destruir a este campeón, que centra en su propia persona toda la energía del mal. La fe de David no ve dificultad en ello porque ve a Dios, y en el enemigo un enemigo de Dios sin fuerzas. No era más que uno de los "incircuncisos"; el resto importa poco.

En el desempeño de sus deberes ordinarios, David ya se había encontrado con dificultades demasiado grandes para un hombre adulto; sin embargo, aunque era un mero joven, los había vencido por una razón muy sencilla: "Jehová los libró". No se había jactado de esto (era el cumplimiento de su deber); pero había aprendido en él la fuerza y ​​la fidelidad de Jehová. Y esta experiencia ahora se repite. La armadura del hombre es rechazada; la fe no lo sabe. Dios realizará la obra por los medios más sencillos.

David declara en qué consiste su fuerza. "Vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos". Luego se identifica con el pueblo de Dios. "Toda la tierra sabrá que hay un Dios en Israel". Observa cómo la sencillez de la fe se eleva a la conciencia del poder y sus efectos en las manos de Dios ( 1 Samuel 17:46 ).

Así siempre cuando Dios dirige el corazón. La piedra que se hunde en la frente de Goliat lo priva de fuerza y ​​de vida. David corta la cabeza de Goliat con su propia espada, como aquel que destruyó con la muerte al que tenía el poder de la muerte.

Todo el ejército de Israel se beneficia del triunfo de David. Saúl, que lo había olvidado, no permitirá que se vaya. ¡Pobre de mí! la carne, y aun la carne en rebeldía, puede amar a los escogidos de Jehová por causa de su bondad y del socorro que ministra; pero no lo conoce. Cuando está haciendo la obra de Jehová, es tan extraño para Saúl como si nunca se hubieran conocido.

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