En Salmo 13 el justo es reducido al punto más bajo de angustia en cuanto llega el mal de los hombres. Es como si Dios se hubiera olvidado total y definitivamente de él. Su enemigo se exaltó sobre él, y él tomó consejo en su corazón; pero luego clama, mira a Jehová para que lo escuche, no sea que perezca por un lado, y su enemigo por el otro tenga que decir que ha prevalecido. Pero él es oído, y canta a Jehová, en cuya misericordia había confiado, y quien al fin lo trata con generosidad.

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