3. Ruega también por nosotros. Él no dice esto a modo de pretensión, sino porque, siendo consciente de sí mismo de su propia necesidad, deseaba sinceramente que sus oraciones lo ayudaran, y estaba completamente persuadido de que serían una ventaja para ellos. Entonces, ¿quién, en la actualidad, se atrevería a despreciar las intercesiones de los hermanos, que Pablo declara abiertamente en necesidad? Y, sin lugar a dudas, no es en vano que el Señor haya designado este ejercicio de amor entre nosotros, que oremos los unos por los otros. Por lo tanto, no solo debemos orar por sus hermanos, sino que también debemos, por nuestra parte, buscar diligentemente la ayuda de las oraciones de los demás, tan a menudo como lo requiera la ocasión. Sin embargo, es un argumento infantil (468) por parte de los papistas, que infieren de esto, que los muertos deben ser implorados (469) para rezar por nosotros. Porque, ¿qué hay aquí que tenga algún parecido con esto? Pablo se encomienda a las oraciones de los hermanos, con quienes sabe que tiene comunión mutua de acuerdo con el mandamiento de Dios: ¿quién negará que esta razón no sea válida en el caso de los muertos? Dejando, por lo tanto, tales pequeñeces, volvamos a Pablo.

Como tenemos un claro ejemplo de modestia, en la circunstancia de que Pablo llama a otros para que lo ayuden, también se nos advierte que es una cosa que está repleta de grandes dificultades, perseverar firmemente en la defensa del evangelio, y especialmente cuando el peligro presiona. Porque no sin motivo desea que las Iglesias lo ayuden en este asunto. Considere también, al mismo tiempo, su asombroso ardor de celo. No es solícito en cuanto a su propia seguridad; (470) él no pide que las Iglesias derramen oraciones en su nombre, para que pueda ser liberado del peligro de muerte. Está contento con esta única cosa, para que él, sin ser vencido ni desanimado, pueda perseverar en una confesión del evangelio; más aún, sin temor hace de su propia vida un asunto secundario, en comparación con la gloria de Cristo y la difusión del evangelio.

Sin embargo, por una puerta de expresión, simplemente quiere decir lo que, en Efesios 6:19, llama la apertura de la boca, y lo que Cristo llama boca y sabiduría. (Lucas 21:15.) Porque la expresión no difiere nada de la otra en significado, sino meramente en forma, porque él aquí insinúa, por toda elegante metáfora, que no es en absoluto más fácil para nosotros hablar con confianza respetando el evangelio, que romper una puerta que está cerrada y atornillada. Porque esta es verdaderamente una obra divina, como Cristo mismo dijo:

No sois vosotros los que hablamos, pero el espíritu de tu padre que habla en ti ( Mateo 10:20.)

Habiendo, por lo tanto, presentado la dificultad, agita más a los colosenses a la oración, al declarar que no puede hablar bien, excepto en la medida en que el Señor dirige su lengua. En segundo lugar, argumenta desde la dignidad (471) del asunto, cuando llama al evangelio el misterio de Cristo. Porque debemos trabajar de una manera más superficial en un asunto de tanta importancia. En tercer lugar, hace mención también de su peligro.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad