9 Pero seguramente lo matarás. No quisiera que cada uno ejecute venganza en privado sin un juicio público; pero se refirió a la costumbre común, que los testigos deberían arrojar la primera piedra a los delincuentes condenados, como veremos en otra parte. Porque era una disposición admirable, que Dios quisiera que los que habían denunciado el crimen fueran los ejecutores de su castigo, para que fueran más cautelosos y moderados al dar su testimonio. La razón, que se agrega al final, "porque ha tratado de alejarte del Señor tu Dios, que te sacó", etc., nuevamente exagera el crimen en razón de su ingratitud; que era detestable en proporción a la inestimable bendición de su liberación. Fue un acto de gran maldad rebelarse contra Dios después de haberlo conocido; pero aún era más asqueroso subvalorar a su Libertador. Finalmente, la ventaja y el fruto de esta severidad se une; porque, aunque se infligió castigo por el crimen de un hombre, todos los demás se inspiraron con terror; y así, la muerte de uno es una disciplina sana para todos, a modo de ejemplo.

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