15. Si un hombre tiene dos esposas. En la medida en que se establece aquí que un padre no debe transferir injustamente lo que pertenece a un hijo a otro, es una parte y un suplemento del Octavo Mandamiento, cuya sustancia es que los derechos de cada uno deben ser preservados para él. Porque, si el padre sustituía a otro hijo en lugar de su primogénito, sin duda era una especie de robo. Pero, dado que rara vez sucede que un padre degrada de manera no natural a su primogénito de su precedencia, si todos nacen de la misma madre, Dios nos recuerda que no promulgó esta ley sin causa; porque, donde se permitía la poligamia, la mente del esposo generalmente estaba más inclinada hacia la segunda esposa; porque, si hubiera amado a la primera con verdadero afecto, se habría contentado con ella como la compañera de su vida y su cama, y ​​no habría pensado en una segunda. Por lo tanto, cuando el esposo se cansaba de su primera esposa y deseaba una segunda, sus halagos podrían convencerlo de que dejara fuera de los hijos de su primer matrimonio lo que naturalmente les pertenecía. De ahí, por lo tanto, la necesidad del remedio por el cual el poder del padre de alterar el derecho de primogenitura está prohibido; porque, aunque podrían alegar que solo dieron lo que era suyo, fue un acto de arrogancia impía rechazar a aquel a quien Dios se había dignado honrar. Porque el que se arroga tal poder a sí mismo, o quien le asigna el derecho de nacimiento a quien quiera, casi se arroga a sí mismo la capacidad de crear. Este derecho, como se afirma en el versículo 17, era una doble porción de la herencia paterna. La razón que se agrega equivale a decir que el primogénito es el principal honor y adorno del padre. Aún así, si hubiera una causa justa para desheredar al primogénito, otro sucesor podría ser sustituido en su lugar, como Jacob mostró en su caso cuando desheredaba a Rubén. (Génesis 49:4.) Cuando se dice, "antes del hijo del odiado", algunos lo explican como "durante su vida"; otros conservan la frase hebrea, "delante de su rostro". Sin embargo, su opinión es probable, quienes toman esta partícula comparativamente, por "en lugar de su hijo". La esposa se llama odiada, no porque su esposo sea su enemigo, sino porque él la ama menos; porque el desprecio se considera odio, y se le llama un enemigo que no presta benevolencia conyugal.

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