20. Y el Señor estaba muy enojado con Aarón. Por lo tanto, parece cuán vanos son los pretextos por los cuales los hombres se esfuerzan por ocultar sus fallas, hasta que son sometidos por un miedo genuino a Dios para reconocer su culpa. Aunque Aaron no se jactó de que era completamente inocente, aun así se esforzó por borrar, o en cualquier caso, para atenuar la magnitud de su crimen alegando que estaba bajo compulsión. Pero Moisés declara que Dios estaba muy enojado con él. De donde se deduce que fue culpable de un pecado muy grave, que también se declara más ciertamente por la grandeza de su castigo; porque Dios nunca se habría movido así para destruirlo, a menos que fuera digno de esta condena.

En el siguiente verso, la palabra pecado no se aplica al acto; en sí, (392) pero se transfiere por metonimia a la pantorrilla, como muestra su aposición. Una vez más, al decir que había roto a fondo la pantorrilla al triturarla hasta que se redujo a polvo, una vez más indica cuán abominable era este ídolo, especialmente cuando agrega, que el polvo fue arrojado a la corriente, para que no haya ningún monumento de esto debe continuar en existencia.

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