11. Porque no había tumbas. Este (155) es el sentido más apropiado; para el doble negativo se pone para uno solo. Es una burla amarga y penetrante; porque, no contentos con preferir las tumbas de Egipto a la muerte que temían, se burlan de cómo él podría haber pensado en traerlos al desierto, como si la tierra de Egipto no fuera lo suficientemente grande como para enterrarlos. Pero Dios había abierta y claramente demostró ser el líder de su partida; y, nuevamente, era insensible de su parte olvidar que no habían pasado mucho tiempo como hombres muertos y que habían sido sacados milagrosamente de la tumba. Su locura es aún más salvaje, cuando audazmente llaman al recuerdo de las blasfemias impías que deberían haber sido motivo de vergüenza y odio para ellos. ¡Cuán triste fue su ingratitud al rechazar el favor ofrecido de la liberación, y al cerrar la puerta contra los avances de Dios, para que pudieran pudrirse en su miseria! Es cierto que Dios había perdonado esta gran depravación; pero era su parte llorar incesantemente, y ser abrumado por la vergüenza, que su crimen pudiera ser borrado ante el tribunal de Dios. Pero ahora, como si Dios y Moisés fueran responsables ante ellos, los reprendían con jactancia y petulancia por no creerles, cuando habrían evitado con prudencia el mal. Por lo tanto, se nos enseña hasta dónde las llevarán las pasiones de los hombres, cuando el miedo haya extinguido sus esperanzas, y no esperen pacientemente la ayuda de Dios.

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