20. Y Moisés y Aarón lo hicieron. Él repite que lo que Dios amenazó con la muerte del pez y el mal olor del Nilo, en realidad ocurrió; para que pueda agravar el pecado del rey, que no se vio afectado por el múltiple poder de Dios. Aún así, agrega de inmediato que sus consejeros también lo presenciaron. Por lo tanto, podemos conjeturar que la misma obsesión había impregnado toda la corte. También era apropiado que una circunstancia tan memorable no solo se conociera en general, sino que su autor fuera visto por muchos ojos. Pero era una señal de la reprobación de toda la nación, que no había nadie de esa multitud que se esforzó por corregir la locura del rey. De donde también parece que Dios confunde la sabiduría del mundo; porque no había nación que se glorificara más en su conocimiento universal; aun cuando Isaías les reprocha su jactancia. (Isaías 19:11.) Pero vemos de qué manera vergonzosa, por un lado orgullosa, y por otro asombrada, no traicionaron ni una chispa de inteligencia sonora.

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