28. Y Faraón dijo: Te dejaré ir. Cuando ve que sus retrasos y turnos no le sirven de nada, profesa obediencia completa; no es que luego propusiera engañar y mentir, porque el miedo lo impedía; pero solo, porque abrumado por el sentimiento actual de su calamidad, no se atrevió a levantar su cresta contra Dios. Por lo tanto (como dije antes) no deseaba tanto conciliar y frustrar a Moisés por falsedad, como se engañaba a sí mismo. Porque debemos observar que (como el que tiene un lobo por las orejas) se vio obligado a prometer el despido de la gente, a quien retuvo para su propia gran lesión. Y es por eso que se felicita por sus oraciones, por necesidad lo instó a implorar el perdón y la paz de Dios: aunque podría haber sido que deseaba astutamente comprometer su afecto con el pretexto de la religión. Porque por esta ansiosa precaución por sí mismo, traiciona su falta de confianza. Finalmente, al solicitar sus oraciones, él, por así decirlo, arroja una soga con la que puede atraerlos hacia sí cuando termine el sacrificio.

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