Aquí Dios muestra por qué él había pronunciado anteriormente que no traían nada más que vanidad y falsedad, es decir, porque usaban su nombre falsamente, y fuera de la luz creaba oscuridad; porque por la finta de hablar en el nombre de Dios, oscurecieron las mentes de los hombres. Ese nombre sagrado es, por así decirlo, una fuente de esplendor, hasta el punto de superar la luz del sol; incluso, cualquier luz que exista, se hace evidente y refulgente por ella. Pero, como he dicho, los siervos de Satanás convierten la luz en oscuridad, porque se jactan audazmente de que Dios lo ha dicho. Este pasaje y otros similares nos muestran cuán diligentemente debemos protegernos contra las falacias de Satanás. Esta es su asombrosa audacia para dar a conocer el nombre de Dios mientras juegan con sus juicios de manera tan desenfrenada. Porque alardear de que Dios ha hablado es como si quisiéramos, por profanación impía, a propósito llevarlo a una disputa. Porque, ¿cómo puede Dios soportarnos para convertir su verdad en mentira? Pero ha habido impostores en todas las épocas que han volado irreflexivamente ante Dios. No nos sorprende que los paganos lo hagan; pero en el pueblo elegido, ciertamente fue un prodigio increíble y una desgracia intolerable, cuando tuvieron acceso a toda la doctrina celestial para guiar su conducta, y cuando Dios estaba llamando a los profetas diariamente, como había prometido por Moisés, para ver estos perros impíos que ladraron tanto, y tú fingiste hablar con orgullo en nombre de Dios. (Deuteronomio 18:15.) Advirtiendo, entonces, con esta precaución, estemos en guardia cuando veamos a los sirvientes de Satanás con tanta arrogancia. Sigue -

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad