10. Y hubo una hambruna en la tierra. Ahora se registra una tentación mucho más severa, mediante la cual la fe de Abram se prueba al máximo. Porque él no solo es conducido a través de varios caminos del país, sino que es llevado al exilio, desde la tierra que Dios le había dado a él y a su posteridad. Debe observarse que Caldea era extremadamente fértil; habiendo estado, por esta causa, acostumbrado a la opulencia, llegó a Charran, donde, se conjetura, vivió lo suficientemente cómodo, ya que está claro que tenía un aumento de sirvientes y de riqueza. Pero ahora siendo expulsado por el hambre de esa tierra, donde, confiando en la palabra de Dios, se había prometido una vida feliz, provista de toda la abundancia de cosas buenas, lo que debieron haber sido sus pensamientos, si no hubiera estado bien fortificado los dispositivos de Satanás? Su fe habría sido derrocada cien veces. Y sabemos que cada vez que nuestras expectativas se ven frustradas y las cosas no tienen éxito de acuerdo con nuestros deseos, nuestra carne pronto insiste en esta cuerda: "Dios te ha engañado". Pero Moisés muestra, en pocas palabras, con qué firmeza sostenía Abram Este asalto vehemente. De hecho, no proclama magníficamente su constancia en elogios detallados; pero, por una pequeña palabra, demuestra suficientemente, que fue un gran milagro, incluso cuando dice, que "bajó a Egipto para quedarse allí". Porque él insinúa que Abram, sin embargo, retuvo en su mente la posesión de la tierra que le prometieron; aunque, siendo expulsado por el hambre, huyó a otra parte, en aras de obtener comida. Y déjenos ser instruidos por este ejemplo, que los siervos de Dios deben luchar contra muchos obstáculos, para que puedan terminar el curso de su vocación. Porque siempre debemos recordar de memoria que Abram no debe ser considerado como un miembro individual del cuerpo de los fieles, sino como el padre común de todos ellos; para que todos se formen a la imitación de su ejemplo. Por lo tanto, dado que la condición de la vida actual es inestable y desagradable a innumerables cambios; recordemos que, aunque seamos impulsados ​​por la hambruna, la rabia de la guerra y otras vicisitudes que ocasionalmente suceden más allá de nuestras expectativas, aún debemos mantener el rumbo correcto; y que, aunque nuestros cuerpos puedan ser llevados de un lado a otro, nuestra fe debe permanecer inquebrantable.

Además, no es sorprendente, cuando los cananeos mantenían la vida con dificultad, que Abram se viera obligado a consultar en privado. Porque no tenía un solo acre de tierra; y tuvo que tratar con personas crueles y malvadas, que preferirían cientos de veces haberlo hecho morir de hambre, que haberle ayudado en su dificultad. Tales circunstancias amplifican los elogios de la fe y la fortaleza de Abram: primero, porque, cuando carecen de alimentos para el cuerpo, se alimenta de la única promesa de Dios; y luego, porque no debe ser arrancado por ninguna violencia, excepto por un corto tiempo, del lugar donde se le ordenó que habitara. A este respecto, es muy diferente a muchos, que se apresuran, en cada pequeña ocasión, a abandonar su vocación adecuada.

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