13. Pero los hombres de Sodoma. Lot se consideraba feliz de que una habitación tan rica hubiera caído en manos de él: pero al fin se entera de que la elección a la que se había apresurado, con una imprudencia igual a su avaricia, le había sido infelizmente concedida; ya que tenía que tratar con vecinos orgullosos y perversos, con cuya conducta era mucho más difícil de soportar, que lidiar con la esterilidad de la tierra. Por lo tanto, al ver que se lo llevó solo la amabilidad de la perspectiva, paga la pena de su tonta codicia. Aprendamos entonces con este ejemplo, que no se puede confiar en nuestros ojos; pero que más bien debemos estar en guardia para no ser atrapados por ellos, y ser rodeados, desprevenidos, con muchos males; tal como Lot, cuando creyó que estaba viviendo en el paraíso, casi se sumergió en las profundidades del infierno. Pero parece maravilloso que Moisés, cuando desea condenar a los hombres de Sodoma por su extrema maldad, diga que fueron malvados delante del Señor; y no más bien ante los hombres; porque cuando venimos al tribunal de Dios, toda boca debe ser detenida, y todo el mundo debe estar sujeto a condena; por lo que se puede pensar que Moisés habla así a modo de atenuación. Pero el caso es otro: porque quiere decir que no estaban simplemente bajo el dominio de esos vicios comunes que prevalecen en todas partes entre los hombres, sino que fueron abandonados a la mayoría de los crímenes execrables, cuyo grito se elevó incluso al cielo (como veremos más adelante). y exigió venganza de Dios. Que Dios, sin embargo, los soportó por un tiempo: y no solo así, sino que los hizo habitar en una región muy fértil, aunque eran completamente indignos de la luz y de la vida, no ofrece, como aprendemos, ningún terreno para los malvados de autogratificación, cuando Dios también los soporta por un tiempo, o cuando, al tratarlos amablemente, e incluso liberalmente, él, por su indulgencia, lucha con su ingratitud. Sin embargo, aunque se regocijan en su lujo e incluso se vuelven indignantes contra Dios, se les exhorta a los hijos de Dios a no envidiar su fortuna; pero esperar un poco, hasta que Dios, despertándolos de su intoxicación, los llame a su terrible juicio. Por lo tanto, Ezequiel, hablando de los hombres de Sodoma, declara que fue la causa de su destrucción, que, saturados de pan y vino, y llenos de manjares, habían ejercido una orgullosa crueldad contra los pobres, (Ezequiel 16:49.)

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