35. Y se llevó en aquel día. A partir de este verso, se conoce con mayor certeza la forma del pacto. Labán separa las ovejas y cabras marcadas con manchas del rebaño puro, es decir, del blanco o negro, y las confía a sus hijos para que las alimenten; interponiendo un viaje de tres días entre ellas y el resto, para que no se produzca una descendencia moteada debido al contacto entre ellas. Por lo tanto, se deduce que en el rebaño que Jacob cuidaba, no quedaba sino ganado de un solo color. Así, la esperanza de ganancia para el hombre santo se desvanecía, mientras que se proveía en todo para la ventaja de Labán. También se desprende de la distancia entre los lugares donde Labán mantenía sus rebaños separados, que no era menos desconfiado que codicioso; porque los hombres deshonestos suelen juzgar a otros según su propia medida, lo que provoca que siempre estén desconfiados y alarmados.

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