6. Y Faraón dijo. Hemos visto que Joseph adopta un curso medio. Porque no estaba dispuesto a fallar por completo en su deber; sin embargo, al atrapar un pretexto fundado por orden de su padre, no se condujo con suficiente firmeza. Es posible que Faraón se sintiera inclinado, por la modestia de sus modales, a aceptar más fácilmente sus peticiones. Sin embargo, esta cobardía no está, por este motivo, tan sancionada que los hijos de Dios tengan la libertad de permitirse: porque si siguen intrépidamente donde el deber llama, el Señor dará el tema que se desea, más allá de toda expectativa. Porque, aunque hablando humanamente, la sumisa sumisión de José tuvo éxito próspero, sin embargo, es cierto que la orgullosa mente del rey fue influenciada por Dios para conceder así benignamente lo que se había deseado. También se debe observar qué gran respeto por un juramento prevaleció entre los no creyentes ciegos. Porque, aunque el propio Faraón no había jurado, todavía consideraba ilegal violar, por su propia autoridad, la promesa dada por otro. Pero en este día, la reverencia a Dios se ha extinguido tanto, que los hombres comúnmente lo consideran como un mero truco para engañar, de un lado u otro, bajo el nombre de Dios. Pero tal licencia desenfrenada, que incluso el mismo Faraón denuncia, no escapará impunemente del juicio de Dios.

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