21. Después lo desean. Y este cambio fue todo como si derrocaran de manera manifiesta y manifiesta al gobierno que él había designado, de lo cual Dios mismo se queja en Samuel (1 Samuel 8:5). Pero la estabilidad de las elecciones los salvó de ser castigados como merecía tal locura; sí, el deseo perverso e ilegal de la gente era para Dios una ocasión nueva e increíble para erigir el reino del que Cristo vendría después. Porque, ¿cómo es que el cetro llegó a la tribu de Judá, salvo solo porque la gente deseaba tener un rey? Y seguramente la gente trató malvadamente; pero Dios, que sabe cómo usar bien las cosas malas, convirtió esa ofensa en seguridad. Mientras que Saúl fue arrojado del reino, sirvió para reprobar la culpa del pueblo, (1 Samuel 15:28), pero inmediatamente cuando el reino se estableció en la familia de David, se verificó la profecía de Jacob, (Génesis 49:10.)

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