7. Sus pies corren hacia el mal. De varias maneras nos pinta la imagen de lo que se puede llamar la maldad extrema; es decir, cuando los hombres, después de haberse sacudido y arrojado lejos de ellos el temor de Dios, se arrojan a todo tipo de maldad, y estallan en toda crueldad, extorsión e indignación. Él dice que corren, porque están ansiosos y se apresuran con excesiva agudeza a las malas acciones. Habiendo hablado anteriormente de las "manos" y las "lenguas", también agrega los pies, para demostrar que son competentes (135) en todo tipo de villanía, y que no hay ninguna parte de su cuerpo que esté completamente libre de crimen. Algunos son violentos, pero refrenan sus lenguas. (136) Otros se parecen a las arpías, pero están satisfechos con la primera presa con la que se encuentran. Pero el Profeta dice que sus compatriotas son rápidos para cometer robos. (137)

El desperdicio y la destrucción están en sus caminos. Él quiere decir que, donde quiera que vayan, se parecerán a las bestias salvajes, que se apoderan y devoran todo lo que encuentran, y no dejan nada atrás, de modo que, por su terrible comienzo, alejan a todo tipo de animales de aventurarse a acercarse a ellos. Plinio hace uso de la misma comparación cuando habla de Domiciano, cuya llegada fue como la de una bestia salvaje. Lo mismo sucede con otros hombres violentos, a quienes todos evitan como bestias salvajes. Y de esta manera, sus caminos se vuelven desolados y solitarios, cuando ninguno tiene relaciones sexuales con ellos.

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