15. Y dejarán su nombre para una maldición (212) a mis elegidos. Él continúa la misma doctrina y enseña que Dios separará a los hipócritas de los verdaderos siervos. Y, de hecho, no debemos sorprendernos de que el Profeta se demore tanto en este punto; porque no hay nada de lo que sea más difícil convencer a los hipócritas que, hinchados de orgullo, se engañan y se ciegan. Afirma que "su nombre" será "maldito", porque pensaron que eran la simiente santa, y que nada más debajo del cielo era digno de ser recordado. Tal es también la importancia de la palabra "Dejar"; como si hubiera dicho que la jactancia falsa, a la que estaban tan fuertemente unidos, será sacudida por la violencia; y por lo tanto, para que no se halaguen con una gloria que es temporal, y que pasará rápidamente, el Señor reprende esa arrogancia y declara que tendrá otros siervos, a quienes serán una maldición, de modo que incluso en La maldición solemne se tomará como ejemplo: "¡Que Dios te maldiga como ha maldecido a los judíos!"

Y llamará a sus siervos por otro nombre. Él muestra cuán infundada es la confianza de esa nación, que pensó que Dios no tendría personas, si no tuviera la posteridad de Abraham; porque declara solemnemente que adoptará un nuevo pueblo, y que no está confinado a los judíos, para no encontrar fácilmente a otros a los que adornará con el "nombre" de su pueblo. La opinión de algunos, que por "otro nombre" significa el nombre cristiano, es extremadamente antinatural; e incluso por el contexto, es evidente que el Profeta tenía un objeto bastante diferente a la vista; porque, como consecuencia de que los judíos se jactan orgullosamente de la antigüedad de su nombre, y se vuelven insolentes al haber sido elegidos por Dios hace mucho tiempo, como si Dios no pudiera prescindir de ellos, él demuestra que elegirá y adoptará a otras personas, y sin embargo que no puede ser acusado de capricho o inconstancia, como si hubiera cambiado de opinión. Ejecutará su propósito y sus juicios justos contra aquellos que, bajo una falsa pretensión de su nombre, oscurecen su gloria y corrompen toda piedad.

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