16. Para los gobernantes de esta gente son seductores. (152) Algunos lo rinden, los que te bendicen, o los que te llaman bendito; como si hubiera dicho que nada era más hiriente o destructivo para una nación que los halagos, lo que alentaba el libertinaje ilimitado. Pero seguiré la lectura que aprobé en una ocasión anterior, cuando ocurrió la misma palabra. (153) (Isaías 3:12.) Se refiere a los gobernantes y magistrados, cuyo deber era restringir a las personas dentro de los límites de comportamiento decente, permitió que todos se permitieran libremente crímenes y maldad. Por esta razón, deberían ser considerados seductores y corruptores, ya que la corrupción fluye de ellos a todo el pueblo, como de la cabeza a los miembros. Los magistrados y pastores son nombrados para restringir la rebeldía de la gente, para imponer lo que es bueno y correcto, y especialmente para defender el honor de Dios. Si descuidan estos deberes, deberían ser considerados impostores y no gobernantes, ya que dan lugar a una confusión miserable. Ahora, cuando cada uno hace lo que le agrada, y las riendas del gobierno no se encuentran por ningún lado, ¿puede haber algo más que el resultado más terrible? Cuando la gente común es castigada por sus faltas, ninguna venganza más ligera espera a los gobernantes, porque han descuidado el deber que se les ha encomendado y han ocasionado tantos males.

Y los gobernados son destruidos. Con esta cláusula quiere decir que los príncipes malvados, y los que gobiernan según su propio capricho, son destructivos; y de la misma manera, maestros que prefieren engañar e imponer a los hombres que señalar el camino de la salvación, porque por su culpa la gente está arruinada. Pero, al mismo tiempo, muestra que esto no ofrece excusa a nadie para tratar de hacer de los malos gobernantes un manto para sus propias transgresiones, como se hace comúnmente, ya que si el ciego conduce al ciego, como Cristo dice, ambos caerán en la trampa. abandone. Es cierto que ninguno es arruinado por líderes malvados y traicioneros, pero aquellos que por su propia voluntad desean ser desviados.

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