Él demuestra lo que había dicho antes, que los judíos habían sido completamente desobedientes, aunque Dios había ofrecido amablemente y había mostrado que se reconciliaría con ellos, siempre que se volvieran del corazón hacia él. El hecho de que este mensaje no fuera recibido por los judíos fue una evidencia de obstinación extrema e irrevocable. Y él aumenta su culpa al decirles que podrían provocarme; porque él insinúa que fueron llevados al mal por un propósito voluntario, como si quisieran provocar a Dios. El Profeta, entonces, al decir que podrían provocarme, los acusa de maldad deliberada. De hecho, a menudo sucede que los hombres se extravían por ignorancia y no asisten porque nadie les advierte; pero como Dios había exhortado tantas veces a los judíos a arrepentirse, no se pudo haber formado otra opinión de ellos, sino que deseaban, no solo despreciar a Dios, sino también provocarlo a la competencia.

Y esto es lo que debemos notar cuidadosamente, porque a quien se le haya enseñado la voluntad de Dios, a menos que obedezca, no puede escapar del cargo de obstinación voluntaria, ya que ha resuelto, por así decirlo, continuar la guerra con Dios. Aunque los impíos no confiesen esto, el hecho es evidente; y Dios, que es un juez justo, ha declarado que los que despreciaron la doctrina profética fueron considerados así.

Y él le dice, para mal, a fin de que sepan que Dios no defendió su propia causa porque necesitaba su servicio, sino que se preocupaba por su bienestar. Porque debe entenderse aquí un contraste implícito, como si el Profeta hubiera dicho: “¿Qué pérdida ha sufrido Dios por tu perversidad? De hecho, has tratado de privarlo de su gloria, porque has adornado tus ídolos con despojos que le fueron arrebatados; pero no está en poder de los hombres restar nada de los derechos de Dios; él permanece siempre perfecto: entonces solo resulta en tu ruina cuando eres rebelde. Cuando, por lo tanto, Dios ahora te reprende, no mantiene su propio derecho, como si recibiera alguna ganancia o pérdida de ti; pero es una evidencia de su misericordia, porque él no quiere que perezcas, aunque ve que eres conducido a la destrucción por un impulso loco ". Luego sigue, -

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