Ayer declaramos por qué Jeremías habló especialmente de los templos de los dioses, incluso para que los judíos pudieran entender que nada escaparía a la destrucción: incluso los enemigos más crueles usualmente han ocultado sus manos de los templos de los dioses. Si la santidad y la religión no preservaran los templos, ¿qué sería de las casas particulares? Él insinúa, en resumen, que tal sería la ruina de Egipto, que ninguna parte escaparía.

Pero como Heliópolis tenía entonces la mayor reputación, dice, que las estatuas de todos los dioses en esa ciudad se romperían, porque allí los dioses eran especialmente adorados. Todos los escritores paganos lo llaman Heliópolis, al que corresponde la palabra hebrea; Bethsemes significa la ciudad del sol; y Heliópolis significa lo mismo. Como entonces este era el lugar principal donde se encontraron los dioses de Egipto, el Profeta, para mostrar que la ruina de toda la tierra sería extrema, dice que no habría ningún templo inviolable. Así también dice Isaías, cuando habla de la ruina de Egipto:

"He aquí, Dios vendrá a Egipto y eliminará ante él a todos los ídolos". ( Isaías 19:1)

Él habló de la venida de Dios, porque, bajo su dirección, fue Nabucodonosor que condujo allí a su ejército, como se ha dicho. Dios, de hecho, no apareció del cielo, pero el ejército de Nabucodonosor era una representación viva del poder de Dios, cuando castigó a los egipcios. Ahora, dice, que cuando Dios llegó allí armado, y llevó a cabo una expedición de guerra, todos los ídolos serían destruidos; pues Dios demostraría que los dioses en los que confiaban los egipcios eran falsos, que eran meras ficciones, que no podían ayudar cuando las cosas llegaban a un extremo. Ahora sigue, -

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