El Profeta nuevamente nos enseña que, por muy inexpugnable que sea Babilonia, aún no había razón para temer, sino que Dios sería su juez; porque de ninguna manera es correcto medir su poder con nuestros pensamientos. Y nada hace más que obstaculizar o impedir que abracemos las promesas de Dios, que pensar en lo que se puede hacer naturalmente, o en lo que es probable. Por lo tanto, cuando consultamos nuestros propios pensamientos, excluimos el poder de Dios, que es superior a todos los medios que pueden usarse.

Por lo tanto, el Profeta dice aquí, que aunque Babilonia ascendió por encima de los cielos, y en la altura fortaleció su fuerza, pero de mí, dice, vendrán derrochadores a ella (107) Debe entenderse aquí un contraste entre Dios y los hombres; porque si hay una contienda entre hombres, pelean unos con otros; pero el camino de Dios es diferente, porque él puede tronar desde el cielo, y así postrarse en las montañas más altas. Ahora, entonces, percibimos el propósito del Profeta al decir que los desoladores vendrían de Dios para destruir Babilonia, si ascendiera por encima de las nubes. Sigue, -

Aunque Babilonia montó en los cielos, y aunque fortaleció la altura como su fuerza, De mí vendría a sus destructores, dice Jehová. - Ed

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