15. Los fariseos también le preguntaron. La gente ya había escuchado esta confesión de la boca del ciego; y ahora los fariseos también son testigos de ello, quienes podrían haber objetado que la gente común había hecho circular un informe sin fundamento, y que se había creído sin fundamento. Y, primero, dejando fuera de vista la cuestión del hecho, solo discuten sobre la ley del caso; porque no niegan que Cristo le devolvió la vista al ciego, pero encuentran un crimen en la circunstancia del momento en que se hizo, y afirman que no es una obra de Dios, porque violó el sábado. Pero primero debemos preguntarnos si una obra de Dios fue una violación del sábado. ¿Y qué les impide ver esto, sino que, como consecuencia de haber sido cegados por motivos pecaminosos y por malicia, no ven nada? Además, ya habían sido instruidos abundantemente por Cristo, que los beneficios que Dios otorga a los hombres no son más inconsistentes con el sábado que la circuncisión; y las palabras de la Ley exigen a los hombres abstenerse de sus propias obras solamente, y no de las obras de Dios, (Éxodo 20:8.) Cuando dan por sentado un error que ha sido refutado con tanta frecuencia, debe ser imputado a obstinada malicia; o al menos no hay otra razón por la que se equivocan sino porque eligen equivocarse.

De este modo, los Palmistas no dejan de presentar, con endurecido desenfreno, sus calumnias ociosas e insensatas, que han sido respondidas cien veces. ¿Qué, entonces, debemos hacer con ellos? Cuando se presenta una oportunidad, debemos esforzarnos, en la medida de lo que esté a nuestro alcance, para oponernos a los intentos perversos de aquellos que, actuando por falso celo, reprochan y difaman el evangelio. Si no hay defensa, por muy justa que sea, cierren la boca, no tenemos motivos para desanimarnos, sino que debemos pisotear, con audacia y magnanimidad, ese afán de calumniar por el cual desean oprimirnos. Adoptan las máximas que les concedemos fácilmente, que no debemos escuchar a los que se rebelan de la Iglesia, y que rompen la unidad de la fe. Pero pasan y fingen no haber observado, lo que debería ser el tema principal de investigación, y que hemos explicado claramente en muchos pasajes, que nada puede ser alejado más de la Iglesia que el Papa con toda su banda; que una mezcla compuesta de mentiras e imposiciones, y manchada por tantos inventos supersticiosos, está muy lejos de la pureza de la fe. Pero con toda su furiosa arrogancia, nunca obstaculizarán la verdad, que tan frecuentemente y tan firmemente hemos mantenido por nosotros, de ser exitosa. De la misma manera, los fariseos trajeron contra Cristo una máxima plausible, que el que no guarda el sábado no es de Dios; pero ellos injustamente y falsamente afirmaron que la obra de Dios es una violación del sábado.

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