1. Ahora los hijos de Rubén y los hijos de Gad. En esta narración vemos, como en un vaso, que si bien cada individuo está demasiado atento a sus propios intereses privados, olvida lo que es justo y correcto. Aquellos, de hecho, que buscan su propia ventaja, no reflejan que están haciendo daño a otros; pero les es imposible evitar buscar más de lo que les corresponde y preferirse a los demás; y así pecan contra esa regla de caridad, que no debemos buscar la nuestra. Los hijos de Gad y Rubén, que tenían una gran cantidad de ganado, ven una extensión de tierra rica y fértil; el interés propio se apodera de ellos, de modo que no se les ocurre que estaban obligados a sus hermanos a no codiciar para sí mismos nada peculiar, o separarse de ellos. Sin embargo, había un pretexto engañoso para esto, por el cual sus ojos estaban cegados, a saber, que nada se les quitaba a los demás, sino que se hacía mucho más; porque por estos medios todo el país al otro lado del Jordán seguía siendo suyo; y, además, estaban más libres de inconvenientes que expuestos a una pérdida; dado que el progreso de su expedición sería menos difícil, si el cuerpo de personas que estaban a cargo del ganado se quedaran allí y, por lo tanto, dejaran de ser una molestia para el ejército, que estaría en condiciones más ligeras para avanzar. Su asociación, sin embargo, para la guerra había sido establecida por Dios, y los unía con un lazo indisoluble para no abandonar al resto de la gente: aunque también era un deber solemne (religio) impuesto a ellos para no alterar los límites de la guerra. herencia prometida por Dios. La tierra de Canaán fue asignada a toda la raza de Abraham, en la cual debían encerrarse, y habitarla como un mundo peculiar, las tribus de Gad y Rubén ahora transgreden esos límites y, al mismo tiempo, se separan de ellos. El cuerpo de la Iglesia, como si quisieran ser emancipados de Dios. Por lo tanto, deberíamos estar más en guardia, para no desviarnos de nuestros propios deseos. Y cuando Moisés dice que vieron o consideraron la tierra, aprendamos a tener cuidado para que nuestros ojos, por miradas ilegales, nos lleven a lazos y ceguen nuestras mentes; y así nuestros sentidos deben ser tan engañados por la dulzura envenenada, como esa razón y equidad deben ser completamente derrocadas.

La palabra hebrea, (212) que hemos traducido en peculiarium, significa no solo ganado y rebaños, sino también rebaños de ovejas. Casi todos los israelitas eran poseedores de ganado; pero deducimos de las palabras de Moisés que estas dos tribus eran especialmente ricas en ellas; tal vez, porque el distrito que habitaban en Egipto, que era más adecuado para el pastoreo, los había invitado a que se aplicaran más fervientemente a ese modo de vida, que era común para todos, y que sus padres les habían transmitido; porque no es probable que hayan superado así al resto a este respecto, durante el curso de su marcha.

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