33. Y Moisés les dio. Debemos entender que Moisés lo dio de esa manera, ya que, confiando en el mandato de Dios, estableció una ley inviolable. Porque, aunque no se declara expresamente que Dios interpuso su autoridad, aún así su aprobación posterior nos lo garantiza plenamente. Así también, aunque no se hace mención de Eleazar y los ancianos, todavía es seguro que no fueron pasados ​​por alto, sino que se unieron a él en la decisión; especialmente porque el caso había sido presentado ante ellos por los hijos de Gad y Rubén, (ver. 2.) Solo hay un contraste implícito entre el antiguo pacto que Dios había hecho con Abraham, y este privilegio nuevo y especial, con el cual Él condescendió para enriquecer a su pueblo.

Al principio solo las dos tribus habían sido nombradas; ahora se agrega la mitad de la tribu de Manasés, en la medida en que los descendientes de Maquir, Jair y Noball, que eran todos de la familia de Manasés, se habían apoderado de ciertas ciudades y hombres. La representación que algunos dan, como si (218) hubiera obtenido estas victorias después de que Moisés permitiera a los rubenitas y gaditas habitar este lado del Jordán, no aparece para mi conveniente; sino que se explica la razón por la cual se exceptúa esa porción, que llegó a los hijos de Manasés, a saber, porque no debían ser defraudados de las tierras que habían adquirido por separado. Tampoco es probable que, cuando el país más allá de Jordania había sido entregado a otros, luego hicieron su incursión para apropiarse de lo que no les pertenecía. El orden de la narración no lo hace necesario; porque es común con los hebreos transponer el orden de los sucesos, especialmente cuando algo antes omitido se agrega incidentalmente para dar una razón de lo que se hace. Sin embargo, si alguno prefiere creer que se sintió atraído por la ventaja que se le presentó, no voy a discutir el punto de manera pertinaz.

Pero, ¿cómo concuerda que se dice que se construyeron ciudades que aún estaban sin destruir? porque ya hemos visto que las personas que los tomaron habitaban en ellos. Respondo que, como rara vez sucede que se tomen ciudades sin destruir los muros, no es irrazonable que la restauración de estos se llame construcción. Era necesario que las ciudades se fortificaran para que la multitud desarmada (219) estuviera expuesta a los ataques de todos los enemigos. Con este fin repararon lo que había sido derribado, y así renovaron de alguna manera las ciudades que eran una masa de ruinas.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad