6 Me he convertido en un pelícano del desierto En lugar de traducir la palabra original por pelícano, algunos la traducen amarga y otros el cuco. La palabra hebrea aquí usada para búho se representa con la Septuaginta νυκτικοραξ, que significa un murciélago. (141) Pero como incluso los judíos tienen dudas sobre el tipo de pájaros que aquí se pretende, déjenos bastarnos simplemente para saber que en este verso hay puntos Destacan ciertos pájaros melancólicos, cuyo lugar de residencia está en los agujeros de las montañas y en los desiertos, y cuya nota, en lugar de ser deliciosa y dulce para el oído, inspira a quienes lo escuchan con terror. Me sacan, como había dicho, de la sociedad de hombres, y me vuelvo casi como una bestia salvaje del bosque. Aunque el pueblo de Dios habitaba en una región bien cultivada y fértil, todo el país de Caldea y Asiria era para ellos como un desierto, ya que sus corazones estaban atados por los lazos más fuertes de afecto al templo y a su país natal desde que habían sido expulsados. La tercera similitud, que se toma del gorrión, denota el dolor que produce la mayor inquietud. La palabra צפור, tsippor, significa en general cualquier tipo de ave; pero no tengo dudas de que está aquí para entenderse del gorrión. Se describe como solitario o solo, porque ha sido desconsolado de su compañero; y tan profundamente afectados están estos pequeños pájaros cuando se separan de sus compañeros, que su angustia supera casi todo dolor. (142)

' Solaque culminibus ferali carmine bubo Visa queri, et longas in fletum ducere voces .' Æneid lib. 4. 50. 462.

Dudo si el salmista compararía en dos versículos su situación con la del mismo pájaro, sin otra diferencia que la de estar sentado en el desierto en un versículo y en la parte superior de la casa en el otro ". Bochart piensa que la lechuza está destinada. La razón que Calvin asigna para que el gorrión se llame solitario, es decir, debido al dolor extremo que siente cuando se la priva de su pareja, no está de acuerdo con la historia natural de ese pájaro; porque, a diferencia de la tortuga, que, al perder a su cónyuge, permanece en un estado de viudez inconsolable, ella acepta sin renuencia al primer compañero que solicita sus afectos.

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