35. Deje que los pecadores perezcan de la tierra. Esta imprecación depende de la última cláusula del versículo 31, que Jehová se regocije en sus obras. Las contaminaciones, la consecuencia es que Dios se deleita menos en su propia mano de obra, e incluso está casi disgustado con ella. Es imposible, pero que esta impureza, que, al extenderse y difundirse por todas partes del mundo, vicia y corrompe un producto tan noble de sus manos, debe ser ofensivo para él. Desde entonces, los malvados, por su abuso perverso de los dones de Dios, hacen que el mundo se degenere y se aleje de su primer original, el profeta justamente desea que puedan ser exterminados, hasta que la raza de ellos fracase por completo. Cuidemos entonces para sopesar la providencia de Dios, ya que al estar totalmente dedicado a obedecerlo, podemos usar los beneficios que él santifica de manera correcta y pura para que los disfrutemos. Además, nos afligimos, porque esos tesoros preciosos se desperdician perversamente, y consideremos que es monstruoso y detestable, que los hombres no solo se olvidan de su Creador, sino que, por así decirlo, deliberadamente se convierten en un final perverso e indigno. , cualquier cosa buena que les haya otorgado.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad